Desvarío V: Pensamientos de un Santiaguista


 Mi nombre es León de la Cruz y soy caballero de la Orden de Santiago. La villa de Xerez de Badajoz fue entregada a mi Orden después de ser ejecutados los últimos templarios rebeldes que quedaban, y que habían decidido resistir empecinadamente su agonía hasta el final, contraviniendo la orden del rey Alfonso XI de abandonar sus posesiones en la villa. Confío en la Orden a la que pertenezco y en su capacidad para administrar y defender Xerez. Trabajamos con permanente actitud de servicio con unos nobles propósitos. Pero ¿por qué arrebataron de forma tan violenta estas hermosas tierras a los del Temple? ¿Acaso no trabajaban sin descanso, como nosotros, a favor de la fe? Algunos miembros de su Orden en Francia confesaron numerosos delitos, blasfemias y aberraciones ¿pero eran realmente culpables? Y ¿qué peligro suponían para la corona los templarios de Xerez cuando siempre la habían defendido?
 El caso es que ahora defiendo aquello en lo que creo, la esperanza en un mundo de bien, en esta excelente tierra, como antes lo hicieron otros en la magnífica fortaleza donde me hallo. En sus recias y sangrientas torres, el susurro de viento parece evocar las voces de personas que se sacrificaron por lo que creían bello, bueno y verdadero. En oscuras noches, algunos creen ver irreales sombras de antiguos centinelas que siguen guardando incansables y fieles el tesoro espiritual que todos buscamos. En fin, trataré de cumplir honesta y humildemente mi labor como caballero de Santiago. Sólo aspiro a ser nada más que una piedra del baluarte que protege ese tesoro… Y nada menos.