La Salida del Diablo en Jerez de los Caballeros (esbozo para un Auto Sacramental)

Cada año, y hasta el fin de los tiempos, en el hermoso lugar llamado
Jerez de los Caballeros, ocurren los hechos que se relatan a continuación.
Cuando el calor del verano aún nos recuerda el fuego del infierno, el Diablo, que estuvo encerrado en las mazmorras del averno bajo los pies del apóstol San Bartolomé, patrón de Jerez, simbolizado por el templo que lleva su nombre, logra escapar de su prisión para difundir su poder maligno por cada rincón de la ciudad.
El Demonio, aprovechando su huida, siembra el terror por la población, pero se topa con una resistencia nada despreciable: los niños de la ciudad, armados con crucifijos, acuden para ahuyentarlo y así, se desarrolla una vez más la ancestral batalla entre el Dios y el Diablo que, de esta manera, campa a sus anchas, únicamente rechazado por los niños, hasta que aparece una figura familiar para los habitantes de Jerez: el apóstol San Bartolomé. El santo, cuyo verdadero nombre es Natanael, porta el cuchillo de su martirio, ahora convertido en el cuchillo de la fe que desgarra el Mal.
El demonio –no sin resistencia- es apresado por varios ángeles enviados por intercesión del Santo Patrón y capitaneados por el arcángel San Miguel. De esta manera, el Enemigo es encarcelado de nuevo, a la espera de dictar sentencia.
Un tiempo después, el grupo de ángeles conduce al reo hacia la Plaza de Santa María, donde será leída solemnemente la condena, redactada por el Patrón Natanael por inspiración divina. Pero cuando la comitiva alcanza la Plaza de España, -centro neurálgico de la Ciudad-, unos siniestros seres surgen de las sombras.
Un grupo de demonios aparece con la clara intención de intentar soltar al preso. Así comienza la feroz batalla entre ángeles y demonios. Tras el duro combate, la Providencia con la intercesión de San Bartolomé y Santa María hace inclinar la balanza a favor de los ángeles que detienen a todos los demonios y los trasladan a la Plaza de Santa María.
Allí el apóstol San Bartolomé toma la palabra para anunciar la sentencia:
“En la muy noble y muy leal ciudad de Jerez de los Caballeros, yo, Natanael, llamado San Bartolomé, Patrón de la Ciudad, en nombre del Altísimo, anuncio que, habiendo capturado demonios y habiendo sido encontrados culpables de rebelión, desobediencia y resistencia a la Autoridad Divina, fuga y desórdenes públicos, se les condena junto con todos los demonios, a la hoguera, símbolo del fuego del infierno, lugar al que en su día fueron destinados.
¡Que se cumpla la sentencia!
Dicho esto, los demonios son conducidos por la angelical guardia al patíbulo construido al efecto y se prende el fuego, logrando así Dios su eterna victoria sobre el Diablo.