El rico es rico porque el pobre trabaja para él. Sin la fuerza de trabajo productiva del pobre, el dinero no es posible. Por eso, el sistema capitalista y sus beneficiarios, los ricos, deben asegurarse de que haya pobres, atándolos como lacayos forzosos, a través de empleos que se supone que garantizan su supervivencia, cuando el verdadero objetivo es garantizar su pobreza eterna. Y, por ello, reciben vítores y alabanzas, como si fueran héroes.