Vivo

Lágrimas bañaban mi rostro desde hacía casi dos años. La explosión de su nave dejó destrozado el ya de por sí maltrecho cuerpo de René. Acudiendo a su llamada de socorro, aterricé junto a los carbonizados restos del buque espacial, justo a tiempo para rescatarlo con vida. Lanzándome en una carrera contra el tiempo, logré trasladarlo hasta el hospital del Mar de la Tranquilidad donde, milagrosamente, reposa en coma desde entonces.

De pronto, una gran dicha aceleró mi corazón al ver que sus ojos se abrían como a cámara lenta. Al verme, en sus labios se dibujó una leve sonrisa.

Lys Vraiecroix