Susurros de un tal Nonato: susurro XVI

Querido Nato:

La fe -fe en Dios y, por extensión, en las personas y en todo lo que amamos o en uno mismo- es esa fuerza inquebrantable que lo soporta todo y que no se rinde ante las adversidades, que nos reconforta siempre y nos impulsa cuando avanzamos poniendo rumbo firme por la vida. Es una confianza que no atiende a razones frías ni a lógicas encorsetadas porque no las necesita. Es el vigor universal que derriba muros de separación, de desesperación, de esclavitud... La reciedumbre que animó a David al enfrentarse a un gigante. No es aquello que tenemos lo que determina un destino, sino la fuerza, la fe que ponemos en lo que hacemos, al recorrer el camino y al enfentarnos a cada obstáculo, a cada golpe. Una ola no puede destruir una roca, pero la insistente de las olas puede acabar desgastando una montaña. El mejor de los destinos está en manos de quien no ceja en su empeño, de quien resiste todos los golpes que recibe, de quien sabe que en cada lugar y en cada momento hay algo maravilloso para quien quiere descubrirlo.

Con afecto, Nonato.